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jueves, 28 de mayo de 2009

el caballo habla


Hermosas y tiernas palabras de un cuasi adolescente para su maestra, al terminar el curso. No tienen nada de especial pero igual quiero compartirlas.

Conservo por completo su redacción:

Hola maestra como estás espero que estés muy bien te quiero agradecer por todo el curso que a mi me pareció muy bueno y no es por hacerte la barba porque qué gano? Simplemente es la verdad me pareció un muy buen curso ya te recomendé con varias personas que me preguntraron que qué materia metían el semestre que entra, quiero decirte que eres un ser humano muy valioso ya que eres humana que no muchos profesores de la Universidad lo son, tienes un caracter muy lindo y muy ameno, eres de las personas valiosas en este mundo y sin duda eres una de las mejores profesoras de toda mi carrera, eres una de las cuáles jamás voy a olvidar en mi vida profesional y nunca voy a olvidar esa sonrisa con la cuál siempre nos recibias a todos en la clase y esas ganas con las que dabas la clase, te agradezco por todo y pues logré mi objetivo como en cada semestre acabé con 9.6 de promedio y pues ya por el momento seguiré trabajando y descansaré en este verano, que tengas bonito verano y ojalá siempre sigas siendo así de valiosa, sin más por el momento muchas gracias.
El caballo

sábado, 23 de mayo de 2009

cumpleaños

Regresamos en la noche de un día de festejo. Tú te vas al estudio con los niños mientras yo enciendo mi laptop en el comedor.

En cuanto abro el messenger, el guapo y otro amigo chatean conmigo alternadamente.

Entro al Facebook, y empiezo a leer los mensajes, que a través del día, mis amigos y familiares han escrito. Mis hermanas, mis primos. Amigas y amigos. Y también mis antiguos galanes. Ese muro, público, donde todos escriben y se leen mutuamente, como si fuera un concurso para demostrar quien se acordó de mi cumpleaños.

Yo me dispongo tranquilamente a leer y responder a cada mensaje, regocijándome con tanta muestra de amor público. Sé que desde el estudio, tu también estás leyendo mi muro, acabas de subir la fotografía que el mesero nos tomó en el restaurante. -Festejando el cumpleaños de mi corazón- Escribes como pie de foto.

Imagino tu cara cuando lees, entre los mensajes de mis amigas y familiares, los de los amigos varones que sabes se volvían locos por mi:
-Espero que te estén consintiendo...-
-Ojalá te hayan festejado como mereces...-
-Mi queridísima...-
- Te envío muchos besos y abrazos...-
-Recuerdas lo de... como olvidarlo!...-

Una extraña fiesta, en la que todos hablan a la vez y todos escuchan todas las conversaciones, que normalmente son privadas.

Una punzada de celos, mezclada con deseo, recorre tu espalda.

Preguntas: "¿Qué haces? ¿por qué no vienes para acá?"
"Es que estoy respondiendo mis mensajes..."

Imagino los pensamientos que pasan por tu mente.

Cuando termino, me voy a nuestra recámara y me pongo el camisón. Escucho como te llevas a los niños y los acuestas en sus camas.

Yo me introduzco en la nuestra, cerrando los ojos. Te acuestas atrás de mi, sujetando mis caderas firmemente. Me abrazas y nos dormimos. Entre sueños, trato de moverme. No me sueltas. Tengo calor, quiero voltearme, no lo permites. Siento tu pene justo sobre mi vulva, latiendo. No te mueves, no haces nada, solo me sujetas. Entre sueños eróticos, mezclados de rostros, despierto, sintiendo tus dedos sobre mis pezones. Muy suavemente, casi como si nada pasara, los tuerces. Los acaricias con las puntas de tus dedos, los recorres. Sientes la piel cálida de mis senos. Con una mano, tocas mi vulva, para ver si ya estoy mojada. Yo casi aprieto las piernas, cierro los labios, para que no sientas el río que quiere salir de mi, y me sigas acariciando, de esa manera, que a veces creo que me puede llevar al orgasmo. Quisiera detener ese momento, y que durara por siempre.

Comienzas a desnudarme, abres mis piernas y colocas el índice y el medio sobre mi clítoris, iniciando una suave caminata, uno, dos, uno, dos, mueves tus dedos con paciencia, sin prisa, sabiendo que toma su tiempo, pero la recompensa es inmensa. Uno, dos, tus dedos patinan, se resbalan, chapotean. Yo volteo y sujeto tu cuello, percibiendo tu dulce aroma, que me embriaga, pequeños jadeos salen de mi boca mientras siento tu pene erecto, blandiendo sobre mis nalgas. La cabecita húmeda apareciendo y desapareciendo, dejando caminos mojados sobre mi piel, saliendo y entrando de su capullo. Me excito, me vuelvo loca, cuando con la otra mano, introduces suavemente un dedo en mi, metiéndolo y sacándolo lentamente. Luego otro y otro mas, hasta que son tres. La otra mano sigue su trabajo por delante.

Mis entrañas palpitan, se funden, se convierten en lava de un volcán que está próximo a explotar. Me masturbas lenta, profunda, suavemente, como un experto. Mi sexo palpita, y gimo. Sabes que estoy cerca, mientras muevo la cadera de adelante hacia atrás. Sacas los dedos de mi interior y me penetras, sin dejar de frotarme el clítoris. Escalofríos recorren mi cuerpo por completo. Comienzas a moverte rápidamente, con furia, salvajemente, adentro, afuera, y ...me vengo, me vengo, me voy, una voz ronca y profunda nace de mis pulmones, cuando dices
Amor..., feliz cumpleaños...!
No puedo hablar, no puedo responder, no puedo pensar. Estoy en otro mundo, contrayéndome con todo mí ser, con los párpados apretados, y la vagina latiendo.
Tú no dejas de moverte, hasta que finalmente gimes y te corres.
Sabes que soy tuya, que estoy en tu cama, que estoy a tu merced.
Y que eres el que se quedó conmigo, el que me hizo los hijos, el que siempre está a mi lado.

martes, 12 de mayo de 2009

Instantes


A veces me pregunto qué es lo que quieres demostrar con nuestros videos.
En los de la última vez, se puede ver, cuando vamos en el auto, como estoy doblada sobre tu regazo, sosteniendo tu pene con mi mano, que se asoma, parado, por la abertura de tu pantalón, y mientras conduces con una mano, con la otra, sostienes la cámara a la altura de mi cara.

Es como mostrar al mundo nuestra travesura: Un par de adúlteros, dirigiéndose al hotel, cachondeándose en el auto. El hecho de que te guste filmarlo me hace pensar que es algo que de alguna manera atesoras.

Te estoy preguntando: "¿Y qué más?" sacando un segundo tu polla de mi boca, cuando me respondes: "No, es que no puedo hacer otra cosa más a la vez", y yo suelto una carcajada sobre tu miembro, y te comento lo multitareas que eres.

O mientras estamos en el cuarto de hotel, y yo, buscando un enchufe para el ipod, me sigues con la cámara, preguntándome que pienso.

A través de la cámara intuyo como me ves, lo que sientes, lo que deseas. Apuntas a mis nalgas, mientras yo me agacho para encontrar el enchufe. Enfocas mi cara, mientras estoy atareada buscando en mi bolsa los condones. Observo cómo me miras, como te gusto, como me deseas. Veo mi rostro de princesa antigua, como de porcelana, enmarcado por el cabello castaño, ensortijado, y en ese instante me veo a mi misma como una diosa, a través de tu mirada.

Es agradable pensar en que si viéramos esos videos en unos años, probablemente, recordaríamos lo divertidos que estábamos, y como nos devorábamos vivos.

Y siempre es inquietante, también, verlo desde esa perspectiva. Porque puede ser que en unos años, la vida haya cambiado, y los veamos diferente. Como si fuera parte de la documentación de nuestra interacción, como si a través de filmarnos, quisiéramos hacer real, tangible, nuestra relación.

En cada nuevo video, hay instantes, momentos que al verlos, me causan escalofríos. Pequeños segundos, que en vivo, pasan desapercibidos, y que al recrearlos, me estremecen.

Como por ejemplo cuando me pides que me desnude. El espectáculo de saber lo que te gusta ver mi cuerpo que va apareciendo ante tus ojos.

Esos segundos previos a que suceda mi orgasmo: Cuando aprieto los ojos, gimo, y finalmente vocalizo. El instante previo a que introduzca tu polla en mi boca, tus gemidos en anticipación, y las exclamaciones cuando lo sientes entre mis labios, cuando lentamente lo lamo.

Una de las cosas que más me gusta es escucharte. Ese ruido singular, gutural, entrecortado, tembloroso, que en ocasiones haces, y que he escuchado en otras circunstancias sexuales. Casi todo el tiempo soy yo la que aparezco en escena, pero a ratos alejas el brazo para que se vea todo el cuadro, o apuntas hacia algún espejo. Filmas mi vulva, mientras la acaricias con los dedos. Los introduces en mí, y luego en tu boca, saboreándolos. Creo que nunca te he dicho como me pone que hagas eso...
Te encanta enfocar mi rostro, con la mirada turbada, los ojos entrecerrados, pidiéndote que me la metas ya, pronto, rápido.

Diriges la cámara hacia mi cuerpo, cuando en cuclillas, sobre ti, me muevo rápidamente de arriba a abajo. Veo en la imagen mis senos rebotando, y tu mano sobre ellos, amasándolos. Rápidamente colocas la cámara atrás de mí, y se ven mis nalgas, temblando, mientras tu polla aparece y desaparece en mi interior.

Ahora te ha dado por filmar nuestros besos. Esos me encantan. Tus suaves labios, grandes, sensuales, cubriendo por completo los míos, sellando un pacto. Sabes cómo me gusta sentirte sobre mí, tu boca succionando mis pezones, tu polla martillando, y mis ojos cerrados, tratando de concentrarme en las sensaciones. La certeza de estar completamente entregada, sometida, desquiciada. Tratas de besarme, me miras a los ojos, mientras yo me desligo de ti, no pudiendo soportar un estímulo más, hago la cabeza hacia un lado, y aprieto la boca, mientras me corro.

Es encantador ver tu rostro de asombro, cuando me estoy viniendo, como mueves la mirada, me observas, conmovido, extasiado, ante el espectáculo que presencias, que provocas.

Como nuevamente me besas, y me observas mientras lo haces. Como cierras los ojos, cuando sientes mis suspiros entrecortados en tus labios.

En nuestros videos, hablamos tan poco, pero demostramos tanto...Son cosas que no se pueden decir, que solo se deben sentir.

domingo, 10 de mayo de 2009

madre


Madre es auténtica presencia eterna.

Madre feliz es aquella que siguiendo su instinto y su mente, hace lo que cree mejor.

Madre satisfecha, es la que mira a sus hijos felices y sanos

Y madre feliz y satisfecha es aquella que despierta en su día, rodeada de unos amorosos brazos, que la acompañan, la sostienen, la abrazan. De unos labios que besan los suyos, de unas manos que acarician su cuerpo transformado por la maternidad, de una mente que la ama y de una polla que la estremece.


Felicidades a todas las madres del mundo

domingo, 3 de mayo de 2009

me encantas, te deseo y te quiero tanto...

En este momento quisiera poder decir que estoy esperando que me escribas, o que me busques. No ha sucedido por unos días, y no lo estoy esperando. Es tranquilizante y a la vez un poco triste.

Ya se como es el juego, y no espero algo distinto.

A veces creo que todo esto es solo un ciclo y que mas bien está relacionado con mis hormonas. Una parte del mes te deseo, otra parte te amo, otra no me importa y otra te odio.

Preciosa: el martes estaré en la ciudad de México, y tengo conferencias todo el día, pero puedo cancelar algunas y verte por tres horas. ¿Quieres que nos veamos? Si pasas por mi, te invito a un hotel.

Está bien guapo, te recojo...

Desde que me dijiste que querías conducir, supe que algo traías entre manos. Ajustaste el asiento, los espejos y encendiste la camioneta. Tomaste una de mis manos, y la pusiste sobre tu paquete. Desamarré la cinta de tu pantalón de lino, y metí la mano adentro de la ropa. Sentí un pequeño sobresalto cuando percibí que no traías ropa interior y que tu miembro, suave, en cuanto sintió mis dedos, saltó como un resorte, endureciéndose y asomándose por la abertura del pantalón.

Acerqué mi boca a tu cuello, y comencé a lamerlo, mientras con la mano recorría suavemente tu pene. Introduje la lengua en tu oreja, mientras ronroneabas.

-Preciosa, me encanta sentirte aquí cerca pegada a mi...

Ya casi me dices con la mirada lo que deseas. En tus ojos leo lo que quieres que haga. Mirándote, supe que esperabas que me metiera tu polla en la boca. Divertida, me agaché sobre tu regazo y comencé a lamerlo, mientas conducías tratando de conservar la compostura.

-...Mira lo que traigo..., dijiste mientras me enseñabas un tubo de gel lubricante.

-...¡Qué susto!... Respondí, imaginando los planes que tenías para dentro de un rato.

Sonó tu teléfono y contestaste. Casi suelto una carcajada, cuando veía como intentabas contener los suspiros, y me hacías caras mientras hablabas. Tomé un poco del gel, y lo unté en la cabeza de tu miembro. Lentamente subía y bajaba la mano, apretando el tronco, y justo al llegar a la punta giraba toda la mano, rozando la cabeza con la palma, para bajar la mano en sentido contrario. Sonreí cuando entornabas los ojos y tu voz se quebraba, casi imperceptiblemente.

Al poco rato llegamos al hotel. Estacionaste, nos bajamos y dirigimos al mostrador. Pagaste, te dieron la llave y nos metimos al elevador. En cuanto se cerró la puerta, nuestras miradas se cruzaron y en un gesto sincronizado, empezamos a besarnos con premura. Me encanta como sueltas la respiración sobre mi boca, cuando intentas tomar aliento. En cuanto se abrió la puerta, nos separamos, aturdidos, mientras sentía mi vagina latiendo y escurriendo.

Nos metimos a la habitación, y mientras yo ponía el ipod en la bocina, tu en tres segundos te desnudaste por completo y abriste la cama. Con ternura te volteé a ver, notando tu impaciencia.

-¿Ya estás listo guapo? ¿Todo preparado? Dije, mientras te veía, completamente empalmado y desnudo, con la cámara encendida apuntando a mi trasero.

Frente al espejo, te colocaste atrás de mi. Comenzaste a besar mi cuello, y a acariciar mi cuerpo, frotando mis senos, apretando mis nalgas, restregando tu pene entre ellas, mientras metías la mano por enfrente, adentro de mi pantalón, y con la otra sostenías la cámara apuntando hacia el espejo. Yo solamente cerré los ojos, sintiendo tus manos, ahora aquí, ahora abajo, tu lengua en mi cuello, adentro de mi oído, recorriendo lentamente todos los pliegues de mi oreja

Sentí como desabrochaste mi pantalón y comenzaste a desnudarme de la cintura para abajo. Colocaste tu pene entre mis piernas y por delante metiste la mano para mantener la cabeza sobre mi clítoris. Las olas de calor y escalofríos recorrían todo mi cuerpo. Mis pezones sobresalían, el corazón se agitaba, y por delante, tomé con la mano,entre mis piernas a tu polla. La inquietud por metérmela un rato, se acrecentaba rápidamente. Abrí los ojos, mientras a través del espejo nuestras miradas se encontraron. Sonreí mientras intenté introducirte dentro de mi, y me devolviste la sonrisa con complicidad, cuando inmediatamente sacaste la cabeza de mi vulva. La frotabas entre mis labios, con firmeza. Yo sentía que en unos minutos más me podría venir de esa manera, pero finalmente sentí como me la metiste hasta adentro.

Movías la cadera de adelante hacia atrás, entrando y saliendo de mi, mientras yo frotaba mi clítoris con los dedos, y me apoyaba, doblada hacia adelante, sobre el mueble en frente del espejo.

Unos pequeños azotes en mis nalgas, me sobresaltaron, y mi carne vibraba ante tus embestidas. Apresuré el ritmo de las caricias en mi botón, y empecé a sentir que pronto me correría. Las sensaciones se acumulaban, tus suaves nalgadas en mi trasero, mi sorpresa ante eso, mis dedos sobre mi, y anuncié:

-Ya me voy a venir.

Una descarga eléctrica que recorría mi cuerpo, mientras mi vulva se cerraba y abría, violentamente y yo apretaba los ojos. El orgasmo fue muy intenso, y percibí como dejaste de entrar y salir para sentir las contracciones sobre tu polla.

Me tomaste de la cintura, y me colocaste sobre la cama, sin salirte. Comenzaste a moverte, hincado sobre mis piernas, atrás de mi espalda, jadeando y gimiendo. Al rato, te saliste de mi, y te acostaste de lado, mientras me indicabas que recostara mi cabeza sobre tu muslo y tu hundías la cara entre mis piernas. Tomaste mi clítoris entre tus labios, y empezaste a succionarlo con fuerza. Casi grito. Sentía como me alargabas, como si fuera un pequeño pene adentro de tu boca. Quería que nunca dejaras de hacerlo, que esa succión no tuviera fin. La sensación era tan intensa que casi era dolorosa. Mientras yo intentaba hacer lo mismo con tu pene en mi boca.

Te pregunté:

¿Ya quieres venirte?

-¡No!... fue tu contundente respuesta.

-Preciosa... Me gustas tanto... Decías en mi oído mientras te acostaste detrás de mi, y los dos de lado, me volviste a penetrar, moviéndote rápidamente.

-Preciosa... Te deseo tanto... Susurraste en mi oído mientras me colocabas boca arriba y metías una almohada abajo de mi cadera, introduciéndote lentamente otra vez en mí ahora hincado entre mis piernas.

Yo trataba de entender tus palabras:

Como es posible que me diga que me desea si me está poniendo una cogida de dios y señor nuestro

Preciosa...Te quiero tanto... Me dijiste mientras cubrías mis labios con los tuyos, y me pedías que sacarla la lengua, mientas la succionabas adentro de tu boca con fuerza, y sentía tu rabo taladrándome decididamente.

Otra vez sentí que me correría pronto.

En una sensación de completo abandono femenino, con el macho arriba, entre las piernas, extrayendo todo el placer posible de mi, sintiéndote poseerme, rendida a tus deseos, con el sexo escurriendo, tu sudor goteando sobre mi rostro, te dije:

-Guapo, estoy empapada...

-Si preciosa, te siento, deliciosa, abierta, caliente, resbalosa, siento como si me introdujera por completo en tu cuerpo y fuéramos solo uno...

Y nuevamente mi vagina se convirtió en torbellino, de mi garganta brotó un gemido casi doloroso, y mis piernas se enredaron en las tuyas, mientras mis brazos te apretaban fuerte y mi cadera buscaba a la tuya.

-Te quiero, preciosa... Dijiste, mientras esperabas que regresara a este mundo.

Me colocaste en cuatro patas sobre la cama, me abriste mucho las piernas, y volteando a verte, vi como tomabas saliva entre los dedos y embadurnabas tu miembro.

Lentamente, me penetraste el culo.

Yo apretaba los ojos, intentando aflojarme para reducir el dolor.

-Guapo, espera, me duele...

-Esta bien preciosa, ¿quieres con el gel?

-Si guapo...

Te saliste de mi, y tomé el gel, cubrí tu polla por completo y me coloqué un poco entre las nalgas.

Y coloqué la cadera en lo alto, esperándote...

Otra vez, lentamente entraste en mi. Esta vez ya no sentí dolor. Empezaste a moverte lentamente.

-Guapo que sientes...¿Muy apretadito? pregunté mientras sentía mi atormentado esfínter al rededor de tu miembro

-UFFF, no tienes una idea... Dijiste con voz temblorosa.

Comenzaste a moverte cada vez más rápidamente, mientras tu sudor goteaba profusamente sobre mi espalda.

Tus gemidos, agudos, sonoros, anunciaron que te estabas corriendo.

Besabas mi espalda, cuando te dije:

Estamos empapados, vamos a la regadera, tengo calor.

-Guapo, te quiero tanto... dije mientras te enjabonaba los brazos

-Yo te adoro, preciosa, dijiste abrazándome.

Es como si mientras más nos acercamos al momento en que definitivamente te irás, mas me amaras. De la misma manera como sucedía cuando estábamos a punto de casarnos, cada quien con nuestra pareja, no entre nosotros.
Más posible era nuestra situación, menos me querías. Mas imposible de continuar, y mas me amas.

Una dolorosa contradicción.

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