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viernes, 30 de octubre de 2009

Solo un momento



-Estás helada...
-Calíéntame, guapo
-Ven, bésame.

Un golpeteo insistente sobre mi abdomen, me inquieta, me excita.

-Me encanta sentir tu verga pegándome así, pidiendo atención, diciendo "Aquí estoy".
- Es que está pidiendo a gritos que la meta en algún lugar...
-¿En dónde la quieres meter?
-Ahorita que te desnude, te digo...

No te pienso ayudar para quitarme la ropa.

Tu piel morena, velluda, me invita a quedar en igualdad de circunstancias. Me sientas sobre tí. Me besas. Me encanta que me comas la boca, con ganas de acabártela. Como si fuera una fruta. Observas el símbolo del frente de mi camiseta, y la deslizas hacia arriba. A media luz, el sol apenas va asomando en el horizonte. Imagino que mi blanca piel deslumbra en comparación con el negro sostén. Tus manos cubren mis senos, los presionan, los pellizcan. Lo desabrochas por atrás y me miras.

-Eres tan preciosa, te veo imponente, perfecta, tan hermosa...

Tus manos se concentran en mis pezones, los acarician suavemente. Y yo te miro, montada sobre ti, a los ojos. Te escucho respirar agitadamente. Pareces un alfarero amasando el barro, formando una escultura, frotando mi piel erizada.

Tu pene es una barra rígida presionando sobre la tela de mis pantalones, abajo de mi vulva hinchada, cubierta de tela.

Desabrochas mi cinturón y mis pantalones.

-Preciosa, aléjate y quitate la ropa, quiero verte.

De pie sobre la cama termino de desnudarme. Tu me miras desde abajo. La perspectiva me llena de montes, de valles, desde abajo observas mis nalgas, mis tetas, mi tanga negra de encaje.

-No sabes cuanto te deseo...cuanto me encantas.

Encima de ti, de pie, coloco mis pies a cada lado de tu cabeza. Tu miras mi vulva hinchada abajo del encaje. Una gota de humedad oscurece la tela.

-Ven, acuéstate sobre mi

Me siento sobre tu pene, erguido y brillante, colocando mi vulva suave y caliente, aún vestida, encima de el.
Me tomas del cuello, me acercas hacia ti. Mis pezones rozan suavemente los vellos de tu pecho. Yo me doy gusto moviéndolos de lado a lado sobre ti, trazando caminos sobre tu torso.
Cierras los ojos y gimes al contacto de mi piel con la tuya.

-Me vas a volver loco

Te beso, me besas, nuestras lenguas se abrazan. Se reconocen, se recuerdan, nuestros labios chocan. Tu acaricias mi espalda, me pides que meta la lengua en tu boca. La succionas con decisión, y yo siento golpes de sangre en el coño.

-¿Y si te la meto solo un segundo, antes de irnos?

Yo dudo, no respondo, no hago nada. Solo siento el gusto, el placer de los escalofríos que tu cuerpo desnudo ocasionan al contacto del mio.

Tomas mi tanga y definitivamente la haces a un lado. La sostienes con los dedos, ya no hay nada que nos separe.

Mi humedad te cubre, tu pene se baña de mi jugo. Yo me recocijo sintiendo con los labios delgados su triangular contorno, el grueso tubo central.
Te estás muriendo por meterla, pero yo no hago nada. Me elevo unos centímetros, y tu verga se separa de tu abdomen. Se yergue insistentemente, tratando de alcanzarme. Me hago un pelito para adelante, y tu negra ciruela se posa, muy suavemente entre mis labios.

Tan solo un empujón tuyo y estarías dentro de mi. Tan solo un sentón mío y entrarías limpiamente. Pero me estoy retrasando el placer lo mas posible, gozando tu impaciencia, observando el deseo que te consume, escuchándote jadear, mirando tus oscuros ojos, que no se separan de los mios. Esa mirada que me hechiza desde hace tantos años.

Me vuelvo a sentar sobre tu pene, y se vuelve a pegar a tu abdomen. Y comienzo a mover la cadera hacia adelante, hacia atrás, masturbándome con tu cuerpo, frotándome el clítoris con tu verga tan tiesa que parece de madera.

Con ambas manos, detienes mi vaivén. Sujetas mis caderas, y las elevas. Colocas la polla en la entrada de mi vagina y muy suavemente, muy lentamente, me mueves hacia abajo, entras en mi. Me encanta saborear esos segundos, sentir la suave cabeza, tiesa por dentro, como me abre, como se desliza, como encuentra su lugar.

-Solo un segundo, ahorita la saco. No te muevas.

No estamos haciendo nada. Solo nos miramos, escuchando nuestras respiraciones. Nuestros ojos no se separan, nuestros pechos suben y bajan.

Yo siento que me quemo. El deseo por moverme se hace casi insoportable. Toda mi piel se eriza, en olas que recorren mis extremidades. Tu gimes, mientras me observas.

Yo sentada sobre ti, tu adentro de mi. Quisiera que ese instante se helara. Que un hechizo nos inmovilizara, y nos dejara de esa manera para siempre.

lunes, 12 de octubre de 2009

dos dias



Dos días faltan para que llegues. Y desde hace muchos te espero. Mi piel te extraña, mi sangre te desea. Mi mente no te deja fuera.

-Preciosa en unos días sabré si te voy a ver a México. No sabes las ganas que tengo de metértela... y metértela y metértela...
Es divertido lo que una frase escrita a través del messenger puede ocasionar en el cuerpo de otra persona.
-uff, de solo pensarlo, mi vulva se hincha y se moja.
-Y yo tengo una erección de locos, ¿como la disimularé en la reunión a la que estoy a punto de entrar?
-Piensa en florecitas y peces...jajaja
-Le mando todos los besos del mundo a tu vulva gorda y golosa, no sabes cuanto quisiera comérmela ya!!!

Toda esta anticipación me vuelve loca. Tu presencia me invade, se entromete en mis actividades. Como un fantasma entras en mi cuerpo, y lo posees, mucho tiempo antes de que llegues.

Te envío un mensaje cuando sé que estás absorto en tu trabajo:

Lo que estoy haciendo ahora mismo: Guapo, te cuento que estoy jalandome los pezoncitos con el índice y el pulgar. Y con la otra mano, mojo mi dedo medio en la boca, y me estoy acariciando el clítoris, suavecito, imaginando que es tu lengua

Tu respuesta no se hace esperar:

Preciosa!!!!!!!!!!!
¿¿Cómo me cuentas eso así nada más?? ¿Sabes que me gustaría hacer mientras tu haces eso? Me gustaría meter mi dedo en tu vagina y sacar el jugo que emite cuando estás caliente para comérmelo... como si fueras un tarro de miel... mientras te veo y me masturbo...

Entras en mi cabeza, en medio de mis actividades. Mi cuerpo te extraña, mi boca te anhela. Y no puedo esperar a encontrar el momento de poseerte en mi mente. Viendo los videos de hace mas de un año, me doy cuenta de la diferencia en nuestra forma de amarnos. La vergüenza de entonces de mostrarme desnuda ante ti, de venirme en tu cara. Y el contraste del descaro con el que me observas y exhibo mi cuerpo ante ti, y el gozo de nuestras sesiones de sexo oral. Se podría comparar al modo en que se aman dos adolescentes, y al placer de dos amantes experimentados, ese conocimiento que se ha ido construyendo a base de de irnos encontrando, practicando, explorando, atreviéndonos, para lograr el erotismo sublime que hay entre nosotros. A veces observo a las personas alrededor de mi, y me siento afortunada. Creo que pocas han encontrado ese amor en la vida.

Y todo esto me lleva a pensar en que si nuestros sentimientos han cambiado tanto durante un año, pueden seguir por el mismo camino. Es inquietante imaginar lo que podría pensar en un año de los videos de hace un mes. Es posible que nuestros momentos mas felices estén sucediendo ahora mismo, y que en un tiempo todo sea diferente.

Tu te sientes desgarrado, yo me siento igual. Sin embargo la tranquilidad de que estamos lejos, nos impide cometer una locura.

Y mientras tanto, te espero, y solo son dos días en que me encontraré nuevamente en tus brazos.

martes, 6 de octubre de 2009

ojos verdes

OJOS VERDES


Apoyá en el quicio de la mancebía,
miraba encenderse la noche de Mayo.
Pasaban los hombres
y yo sonreía,
hasta que en mi puerta paraste el caballo.

Serrana me das candela
y yo te dije gaché.
Ay ven
y tómame mis labios
y yo fuego te daré.
Dejaste el caballo
y lumbre te dí
y fueron dos verdes luceros de Mayo tus ojos pa' mí.

Ojos verdes,
verdes como,
la albahaca.
Verdes como el trigo verde
y el verde, verde limón

Ojos verdes, verdes
con brillo de faca
que se han clavaito en mi corazón

Pa mí ya no hay soles,
lucero, ni luna,
No hay más que unos ojos que mi vida son.

Ojos verdes, verdes como
la albahaca.
Verdes como el trigo verde
y el verde, verde limón.

Vimos desde el cuarto despertar el día,
y sonar el alba en la torre la vela.
Dejaste mi brazo cuando amanecía
y en mi boca un gusto a menta y canela.

Serrana para un vestido yo te quiero regalar.
Yo te dije está cumplio,
no me tienes que dar ná.
Subiste al caballo
te fuiste de mí,
y nunca otra noche
mas bella de Mayo he vuelto a vivir.

sábado, 3 de octubre de 2009

Me encantaría



Me encantaría detener el tiempo por unos dias y pasarlos a tu lado... amándote cada segundo de ellos

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