Y aunque no tiene relación con todo lo demás, siento la necesidad de plasmar ese instante.
El canto de los pájaros me lo recuerda, uno nunca creería que en medio de esta urbe de cemento existiera un refugio, un paraiso como aquel.
Esos recuerdos son como sensaciones unidas, a colores, olores y sonidos.
El cielo arriba, escondiéndose entre las ramas de los árboles, el pasto húmedo, mojándome la espalda. Podía estar horas así, escuchando a los pájaros, sintiendo el olor de la tierra, percibiendo mis sensaciones, tratando de escapar, de refugiarme, de convertirme en un ser del bosque, parte de ese paisaje.
Es como si quisiera fundirme con ese lugar, el único seguro en el mundo. Mi pequeño cuerpo, mi vestido sucio, con marcas verdes sobre las rodillas, los dos bolsillos al frente, flores bordadas encima. Flores rotas en mis bolsillos, las manos sucias de rascar la tierra, de hacer pasteles de lodo, de deslizarme por la barranca.
Nadie lo podría entender, ni siquiera yo misma. Ese mismo día, tenía que haberme desconectado de la realidad pocas horas antes.
Y tirada en la hierba, escuchando las aves, el ruido del agua corriendo en el río, el lodo en mis manos, mi vestido sucio, los rizos explotados en mi cabeza, intentando entender las sensaciones en mi alma infantil. Intentando olvidar.
4 comentarios:
reencontrarse es necesario,
me alegra que puedas estar en tu jardín y sentirte como eres,
besos
A mi también me gusta evadirme de vez en cuando en ese jardín... quizás distinto al tuyo, pero muy mío.
Necesario tener nuestro jardín privado.
Un besote
tomasuncafe, Lydia y Yedra, gracias por sus palabras
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