Seguidores

domingo, 5 de septiembre de 2010

Simplemente vivos

Te veo, llego a la habitación. Los pelos de tu cara están crecidos, homogéneamente distribuidos los negros con los blancos. Las canas te hacen ver mayor.
Tu me besas, me tomas entre tus brazos.

-¡Me picas!.
-Cuando termine de crecer la barba, ya no te picaré.
-Cuando te conocí, ¿recuerdas que tenías un candado alrededor de la boca?

Ese candado era completamente negro. Ahora es la mitad negro y la mitad plateado.

Tu boca. Tan suave, grande y hábil. Me besas, succionas mis labios. Metes la lengua, buscando la mía.

Y siento ese mismo golpe de sangre, de la primera vez que me besaste. Recuerdo, reencuentro, tu olor, tu barba, mi corazón latiendo, la certeza de que nunca podré resistirme, y mi respiración que se agita, suspiro. Sobre la ropa, frotas mis senos, siento los pezones buscándote.

Tu no pierdes el tiempo, desabrochas mi pantalón, lo bajas, y metes la mano adentro, sobre las nalgas frias, separadas por un hilo dental. De manera tosca, tus dedos buscan mis labios menores. Respingo al sentirlos colándose entre mis pelos.
-¡Cómo puedes estar tan mojada!... ¿Cómo, Preciosa?

Es el tipo de recriminación que me vuelve loca. Estoy empapada, apenas me has besado, me has magreado un poquito, y yo estoy escurriendo. Me siento culpable ¿Cómo puedo estar tan mojada?

Estoy contrariada,  a la vez soy tan probablemente diferente, que eso me reconforta.

-¡Pues por los besos que me estás dando! ¡No soy de palo!

Te separas de mi, y comienzas a desabrocharte el cinturón, el pantalón, cae y queda a media pierna, te sacas la verga que como siempre, está enorme, brincando, apuntando hacia mí. Es como si me fueras a castigar, por ser una niña mala, me vas a dar mi merecido. Una gota de miedo recorre mi espalda.

-Cómo puedes estar tan mojada ¿Eh? Ya se, quieres que te la meta, ¿Verdad?

Me das media vuelta, me doblas hacia adelante, y siento tus dedos separando la tela de la tanga de mi cuerpo, y haciéndola a un lado. Siento tu pene tanteando entre mis nalgas, la cabeza metiéndose entre mis pelos, remojándose en mi jugo, abriendo un poco, solo un poco mis labios. Solo la cabeza me penetra. Entra y sale, rápidamente. Frota mi clítoris, y siento que poco a poco me abro, mientras la cabeza me da vueltas.

Por fin entras en mi. Lentamente, tomas vuelo, poco a poco, lo vas haciendo más rápido, y tocas una parte, cierta parte dentro de mi, con tu mástil, que me taladra, que de la misma manera, me hace sentir un placer indescriptible.
Estás dentro de mi, golpeando mis vísceras, de cierta manera irresistible, que provoca suspiros. Casi sin darme cuenta, jalo tu mano, hacia adelante, tu entiendes y te chupas los dedos, y con esas manos enormes y oscuras, de la manera más suave posible, trazas círculos sobre mi clítoris. Hormigas recorren mi espalda, la piel se me enchina, parece que estás golpeteando mi cerebro, y anuncio:

-Ay, me voy a venir...

La fuerza me falta en las piernas, se me doblan, tu me sostienes, tu pene de gancho no me deja caer, me contraigo alrededor tuyo, y tu aumentas la velocidad de tu cadera, que me traspasa sin pausa.

Suspiro, jadeo, me suelto, tu me colocas sobre la cama, me desnudas, te desnudas, te recuestas en ella, y me dices:

-Ahora si, vamos a empezar. Primero te voy a comer, acuéstate sobre mi.

En 69 mis nalgas quedan enfrente de tu cara. Me encanta que me digas lo que vas a hacer, que no me pides mi opinión, tu decides, yo obedezco.

En mi extremo, tengo tu verga como mástil enfrente de la cara. Es un poco raro, verla de esa manera aislada, sin rostro, como si fuera de cualquier otro hombre. Tu cadera la eleva, la punta me roza los labios, yo abro la boca, y ella se mete adentro. Por el otro lado, tu lengua perfora mi vulva, como un pequeño pene cónico, se mete en mi agujero, se suaviza, se vuelve de gato,y me lame de abajo a arriba, provocándome escalofríos. Se endurece, se transforma en punta, y con movimientos rápidos y cortos, ataca mi clitoris. Me imagino que estoy escurriéndo sobre tu boca. Tus barbas se están bañando de mi humedad. Me excita imaginarte mojándote en mi, empapado en mi olor. Uno de tus brazos rodea mi cintura, y mis caderas comienzan a moverse, involuntariamente. Estoy restregando el coño en tu lengua. Tu lengua se mueve, pero yo me ayudo, las nalgas brincando frente a tu cara. Uy el placer...
Uno de tus dedos me penetra, otro más. Yo sujeto tu verga con la mano, está como piedra, chupo la cabeza, los dientes están sobre tu frenillo. Te chupas los dedos, y metes uno de ellos en mi ano. Ahora si no puedo mover la cadera, me tienes completamente sujeta, solo tu lengua se mueve sobre mi clítoris.

Y yo no puedo más, exploto, tengo miedo de morderte, por un momento te saco de mi boca, te aprieto con la mano, fuertemente, me vengo en tu cara, siento como mis caderas quieren moverse pero no pueden, porque no me sueltas ni un segundo.

Durante todas las pequeñas sacudidas, tu lengua no se separa de mi clítoris. El estímulo empieza a ser demasiado fuerte y trato de soltarme.

-No Preciosa, no te vas, apenas estoy empezando...

Sigo sin poder soltarme, estoy completamente sujeta. Tus dedos salen de mi,, pero tu lengua sigue trabajando. Después de un momento, el estímulo se transforma, vuelve a ser placentero, cada una de tus manos sujeta una de mis nalgas, ahora mueves la cabeza de un lado a otro. Y yo mientas pienso, en donde habrás aprendido a hacerlo tan bien, tan bien, que siento que voy en camino, nuevamente...

Lo que no me gusta tanto del 69, es que no me puedo concentrar en comerte, porque estoy tratando de procesar lo que sucede en el otro extremo de mi cuerpo. Yo mientras tanto tomo tus huevos en  mis manos, los aprieto, lamo tu pene.

-Ay si preciosa, apriétame los huevos...

Yo intento, lo mejor que puedo, en hacerte una mamada, con una mano sujeto el tronco, mi saliva ya ha lubricado todo, mi paladar es golpeado por tu cabeza, pero nuevamente el estímulo estan deliciosamente correcto, que estoy a punto de venirme, nuevamente, y mi boca te suelta, mientras el otro extremo se contrae, una, dos, tres, cuatro veces... Ahora si puedo mover las caderas, tu lengua se une y se separa de mi cuerpo por segundos.

Asi empieza, nuevamente otra ocasión, en la que nos hacemos nuestros, uno en dos, sin fin, como siempre. Yo arriba de ti, montándonos, desmontándonos, tu arriba de mi, de lado por atrás. Como dos demonios en una danza macabra, completamente empapados, sintiéndonos, haciéndonos sentir, simplemente vivos

otras entradas

Blog Widget by LinkWithin