Seguidores

miércoles, 5 de abril de 2017

Primera respuesta

19 de febrero de 2017

"Aunque no sea lo que a ti te gustaría que fuera, te adoro, y no puedo olvidarte"
Qué manera de subestimar una situación.
No es que no seas lo que a mí me gustaría.
No es que tu carácter tenga alguna característica que choque con el mío.
No es que no hicieras algo que yo esperara. 
No.
Es que eres patológicamente mentiroso y manipulador.
Perverso.
Endemoniadamente centrado en leer a tu víctima para decirle o tratarla como crees que quiere ser tratada a través de tus observaciones.
Tu acecho para encontrar una posible vulnerabilidad.
Estas centrado en un solo objetivo: como un cazador, encontrar el momento que te favorezca.
No hay mayor placer para ti en la vida que lograr conquistar a alguien.
Ese momento en el que cae, en el que su corazón está en tus manos, como cuando después de acechar a un venado, que se aleja cuando te percibe, porque intuye el peligro, pero termina desplomándose cuando una bala atraviesa su corazón.
Ese sentimiento de posesión.
Pero tampoco es eso...
Tampoco es eso lo que "no me gusta de ti."
Porque para uno, ese acecho también puede ser placentero.
No es tampoco tu harem.
Tu colección personal de imágenes que te excitan y te muestran el resultado de tus conquistas.
No es ese altar al egocentrismo y narcisismo,  esa actuación que te regocijas en observar una y otra vez. 
No es que "no me guste esa característica de tu forma de ser".
Tampoco es eso, en realidad, tu cualidad más despreciable.
Ese acervo de mujeres engañadas es suficientemente macabro, peligroso, incriminatorio e ilegal.
Pero tampoco es eso...

Es tu respuesta cuando cayó la máscara.
Es tu manera de encararte con la realidad.
Primero, al ser confrontado, tu manera de intentar primero desplazar la culpa hacia la víctima. "Tú eres casada y aún así me aceptaste". Te acepté pero NUNCA te mentí. Yo a ti nunca te engañe. La culpa de aceptarte no es una situación que a ti directamente te afecte ni que muestre mi falta de amor hacia ti.
Segundo, cuando eres confrontado, simplemente me bloqueas. Me impides mostrarte el resultado de tu perversidad. Te ciegas y deliberadamente evitas conocer la consecuencia de tus actos, de tu maldad.
Y tercero, no te responsabilizas de tus acciones. No lastimaste, no heriste... destrozaste. Devastaste.
Es apenas justo que resarzas el daño que hiciste.
Es lo mínimo que podrías ofrecer. Pero no te nace. Es más, cuando se se solicita, te enojas y lo minimizas.
Es eso, precisamente... Es NO ser hombre. NO responsabilizarte de tus actos. 
Ni siquiera pagar exámenes médicos para descartar enfermedades sexualmente transmisibles y terapia psicológica para salir de la devastación que causaste.
No es un favor. Es lo mínimo indispensable. Pero ni siquiera eso fuiste capaz de ofrecer y cuando se te solicitó, de dar.
¿Tú crees que yo necesito que tu hicieras eso?
¿Crees realmente que no puedo hacerlo yo?
Creo que no contaba con el conocimiento necesario dadas las circunstancias para saber que esos eran mis posibles riesgos.
Era tu responsabilidad mínima...
Pero ni eso fuiste capaz de dar.
No necesito estar cerca un hombre tan perverso. En realidad no.
No es que no seas lo que a mí me gustaría que fueras.
No te confundas.

No hay comentarios:

otras entradas

Blog Widget by LinkWithin