Seguidores

lunes, 8 de diciembre de 2008

El diario de Marlon y la respuesta de Madeleine


Del diario de Marlon: "Me viene a la cabeza el recuerdo del tiempo en que me escuchabas por horas y me hacías preguntas, paciente, y prestabas atención a mis respuestas, y también el recuerdo de esa amiga tuya de hermosos ojos. Ahora creo que debías preguntarte si me gustaba, si entre tu y la otra chica, te prefería a ti, aunque creo que en realidad te limitabas a fantasear con la idea de hacer el amor y mandar al cuerno toda esa escenificación tan correcta de la invitación, el café y las largas conversaciones cultas. En mi caso, lo repito, nada me importaba en lo más mínimo. No me importaba nada de todo aquel ritual que hacíamos después, cuando venía a tu apartamento secreto que te servía -venga confiésalo!- para hacer el amor con cualquiera que no fuera tu marido. Esa vez me tocaba a mi, afortunadamente. Tan pronto como entraba, te preguntaba como te había ido en el día, en el trabajo, y tu querías saber cosas de mi, qué había hecho... Nos pasábamos media hora contándonos la vida, cuando yo solo pensaba en una cosa: desnudarte y hacer el amor enseguida. Al final hacíamos ver que había terminado la charla, te ponías encima de mi y empezabas a moverte arriba y abajo a una velocidad de vértigo. Todo lo hacías tú. Yo afortunadamente, tenía una erección interminable, y tu continuabas agitándote por una hora. Finalmente exhausta, jadeando, sin apenas aliento, te tumbabas a mi lado para recuperar la respiración y después te dedicabas a calmarme con la boca. Es increíble la diferencia que hay entre una mujer y otra en ese tipo de arte. Es como hablar de Rafael o de un pintor de brocha gorda. Me sacabas todo lo que podía salir de mi, incluso el alma. Así me marchaba feliz, satisfecho, ligero, optimista y sabía que volvería a llamarte para volver a experimentar ese extraordinario placer. Y para ello estaba dispuesto a repetir aquello que nuestra educación y nuestra cultura nos imponía, cuando lo que yo deseaba era entrar, desnudarte, hacer el amor de esa manera, vestirme y largarme de prisa, sin tanta palabrería.

A lo mejor todo esto no es verdad y esas charlas, el hecho de estar tan cerca el uno del otro esperando lo que tenía que llegar, nos permitían acrecentar nuestro deseo, metidos en nuestro disfraz de personas correctas, civilizadas, cultas, que después podíamos romper y rasgar. El inmenso placer que alcancé la primera vez que tuve el valor de coger tu mano y llevarla a donde deseaba quizás fuera la consecuencia de tantos encuentros, de tantas charlas previas que terminaban en nada. En otras palabras, la dificultad de llegar al punto de ruptura, al instante de valor que nos liberó y nos hizo decir, no con palabras sino con el cuerpo, "te deseo". Y esa noche quizás resultó ser inolvidable porque estuvimos obligados a una hora de frenética y muda espera, a una hora en que nos permitió, al abandonarnos, liberar ese cúmulo de energía que nos hizo agitar no solo nuestros cuerpos, sino también nuestras vidas. Sin embargo, yo no te amaba, no te amaba en lo más mínimo. Te apreciaba, te hubiera ayudado si lo hubieras necesitado, pero solo te buscaba por el sexo, una vorágine de sexo, que no me hace sentir nostalgia de ti, sino de aquellos encuentros. Es extraña la sexualidad; tanto deseo, tanta fuerza, tanto placer, tanta gratitud, tantos dulces recuerdos y, por el contrario, ningún sentimiento lacerante, ninguna palabra de amor. Algo importante, esencial, admirable, grande, pero incompleto. Ni tan siquiera se ni cómo ni por qué."

Respuesta de Madeleine al leer el diario de Marlon: "De verdad crees que no lo sabía? te crees que a mi me interesaban aquellos larguísimos discursos con mi amiga? Lo único que me atormentaba es que quisieras irte con ella. Lo único que quería es que tu me eligieras a mi y te decidieras a hacer algo. Y ese apartamento era mi arma secreta. Si deseas a un hombre casado, si deseas a un hombre que teme ser descubierto, debes disponer de un refugio seguro a donde llevarle. La verdad es que a mi me gustaba oírte hablar, me gustaban las cosas que contabas y contemplaba tu hermosa boca imaginando el momento en que podría besarla. Me gustaba verte acurrucado en el sofá mirando de reojo mi pecho y escrutando entre mis muslos como si nada pasara. Me mojaba toda y veía que tu ni te dabas cuenta, que no lo sabías. Después me levantaba extenuada y, aunque alguna vez fuiste presa del desaliento, yo me mantenía impretérrita. Fui paciente, muy paciente. Hasta que se presentó la ocasión: un viaje en coche por la noche, nosotros dos detrás y, delante el conductor. Al final hiciste el gesto que me liberó, que te liberó. Sentí una alegría inmensa, una alegría que no puedes llegar ni a imaginar. Habría gritado de alegría, de exultación si hubiera podido. Después, al final, empleé mi arma secreta, mejor dicho mis dos armas, el apartamento y mi otra habilidad, tan importante para mi puesto que no soy guapa.

Pero yo te amaba. Sí. Te amaba más de lo que te podías imaginar y más de lo que estaba dispuesta a admitir. Y cuando no tenía noticias tuyas durante una semana o quince días, me sentía mal, lloraba, pero no te llamaba por miedo a irritarte, por miedo a que te cansaras de mi y desaparecieras para siempre. Sabía que no estabas enamorado de mi. Sabía que habían mujeres mas guapas que yo que pretendían cazarte. Tu no te dabas cuenta pero ahí estaban. Yo sí las veía. Por eso me controlaba, callaba y me latía el corazón cuando oía tu voz. Habría pasado el día entero a tu lado, la noche, habría trabajado para tí, te habría asistido en caso de enfermedad, habría dado mi vida. Amor mío, no podía decirte estas cosas, pero te podía dar todo lo que te producía placer. Y eso a mi, me llenaba de felicidad".

6 comentarios:

Ananda dijo...

¡Qué difícil es saber lo que el otro piensa, lo que el otro desea!
Si ni siquiera lo sabemos de nosotros mismos.
Esta vida parece una biblioteca de cosas no dichas a la espera de que alguien, algún día, encuentre ese polvoriento y olvidado libro, lo abra y nos lea.
Muchos besitos.

Zorra Bella dijo...

Ojalá pudieramos hablar tranquilamente, y evitar tantos juegos y malentendidos.

Ananda dijo...

Pero tú lo dices en general o tú y yo? Besitos .

Zorra Bella dijo...

jajajaja...
noooo, si lo digo por tu y yooo ;-)
jajaja

Ananda dijo...

Bueno, pues con que me mandes un correo estaria arreglado para poder hablar... Me encantaría.
más besitos.

Marisa dijo...

Es el riesgo, fuente inspiradora... todo se conduce con el peligro de ser descubierta...que aumenta el deseo...que nubla el pensamiento..

otras entradas

Blog Widget by LinkWithin