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miércoles, 4 de febrero de 2009

Madame Bovary


Se repetía: “¡Tengo un amante!, ¡un amante!”, deleitándose en esta idea, como si sintiese renacer en ella otra pubertad. Iba, pues, a poseer por fin esos goces del amor, esa fiebre de felicidad que tanto había ansiado.Penetraba en algo maravilloso donde todo sería pasión, éxtasis, delirio; una azul inmensidad la envolvía, las cumbres del sentimiento resplandecían bajo su imaginación, y la existencia ordinaria no aparecía sino a lo lejos, muy abajo, en la sombra, entre los intervalos de aquellas alturas.Entonces recordó a las heroínas de los libros que había leído y la legión lírica de esas mujeres adúlteras empezó a cantar en su memoria con voces de hermanas que la fascinaban. Ella venía a ser como una parte verdadera de aquellas imaginaciones y realizaba el largo sueño de su juventud , contemplándose en ese tipo de enamorada que tanto había deseado. Además Emma experimentaba una satisfacción de venganza. ¡Bastante había sufrido! Pero ahora triunfaba , y el amor, tanto tiempo contenido, brotaba todo entero a gozosos borbotones. Lo saboreaba sin remordimiento, sin preocupación, sin turbación alguna.

2 comentarios:

Xoxxex. dijo...

Madame Bovary, lo recuerdo, a pesar de la distancia, lo recuerdo...
Que buenos años, la época en que leí a Gustave Flaubert. Vivir de noche, dormir de dia y partirme la cabeza con los libros más bellos que leí en mi vida...
Ahhhh, y ni hablar de "Noches Blancas" de Fiódor Dostoyevski...
Con tu post lograste retrotraerme a viejas y queridas épocas.
Gracias!!!

Anónimo dijo...

Gracias por recordar a Flaubert, también de mis mocedades universitarias. Un gusto andar por aquí, ojeando.


Saludos...

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